Era una apacible noche del invierno de 1929 en Holanda. Descartes gentil hombre, viajero y militar, estaba trabajando en su escrito. A su lado una cálida chimenea chisporroteaba y y humeaba sin parar. Mientras la aldea, al igual que su papagayo Baruch, hacia mucho que dormia, Descartes estudiaba el gran libro del mundo, descifrando los sistemas cristalinos y los meteoros. Dejo de nevar y la luz proyecto en la habitación una silueta enorme del papagayo Baruch. Por un momento, Descartes creyó ver tras la sombra de su compañero... ¡a un Genio Travieso que le tenia una trampa!. Para Descartes, en aquel momento, su habitación, Holanda y el mundo entero se volvieron diferentes. ¿ Tal vez - se dijo - Baruch, su fiel compañero alado. e incluso su propio cuerpo podían ser solo quimeras como las artimañas del Genio Travieso? Descartes dudaba: ¿ Acaso no he escuchado desde mi infancia innumerables mentiras como verdades absolutas? Por ejemplo cuando creía que el Sol giraba en ...
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